Fiestas de Independencia, en pleno auge
Fiestas de Independencia, en pleno auge
Hoy 13 de noviembre se cierran las Fiestas de Independencia de Cartagena de Indias 2017, que por segundo año se realizan sin que por esos días se haga al mismo tiempo el Concurso Nacional de Belleza (CNB). Han pasado quince años de un proceso plural, complejo y en ocasiones incierto para su revitalización; pero los resultados están allí: brillan con luz propia.
Se ha rescatado con su nombre y con la realización del Desfile de Independencia inamovible el 11 de noviembre su sentido histórico. Es la primera fiesta republicana de Colombia, la cual recoge las expresiones carnavaleras nacidas en pleno mestizaje multiétnico entre el carnaval y las procesiones europeas y católicas, las de origen amerindio y el mundo ritual y festivo de africanos en sus cabildos.
Luego de la decadencia a causa de haberse remplazado su protagonismo con el surgimiento del CNB con todo su poder económico, político y mediático, las hoy llamadas Fiestas de Independencia están en pleno auge. Son las fiestas de toda una ciudad defendiendo su derecho humano, reconocido internacionalmente, a gozar de su vida cultural propia; el derecho de su población a festejar, no obstante su calidad de vida y bajos ingresos, en sus barrios y en sus principales avenidas.
Hoy estas fiestas son más democráticas que antes. Van camino, gracias al trabajo incansable de instituciones y personas, a contar con un Plan Especial para su Salvaguarda y ser declaradas parte del patrimonio intangible nacional.
Como el Cabildo de la Unidad Comunera 6 se sumó este año a las fiestas que se realizan en varias decenas de barrios, tantas veces invisibles para la oficialidad y los medios; como el sistema educativo escolar que se destaca año a año; en 2017 podemos ver la emergencia de nuevas propuestas que siguiéndole el paso a Las Cobras, como la comparsa La Boquilla no es como la pintan y Los Matachines Bacanos han surgido de estrategias innovadoras que enriquecen esta recuperación y reinvención de significados y símbolos.
Hay mucho que mejorar con la humildad de nuestra gente sin caer en la arrogancia mesiánica. En el carnaval novembrino han de caber todos, hasta quienes se autoproclaman portadores de la autenticidad y el patrimonio. Porque precisamente el patrimonio muta, se expande y sobre él tienen sentido actualizaciones e innovaciones al lado de inamovibles.
Hay estudios sobre las fiestas y la vida cultural; nuevas visiones históricas sobre la independencia y sus líderes. Hace menos de un año hemos leído los trabajos de Sergio Paolo Solano sobre la ciudad en el momento de la independencia. Pero también se hace gala de innovaciones válidas. La academia interdisciplinar viene haciendo aportes sustanciosos, y las fiestas patrimoniales requieren de ella.
Rumbo a su salvaguarda, las Fiestas de Independencia, ese carnaval novembrino entre el mar y la muralla, merecen más certidumbres organizativas y financieras; más posibilidades de ser pensadas, financiadas y planificadas durante todo el año. El IPCC hace anualmente esfuerzos y cuando ha estado al servicio de las fiestas y no bajo órdenes del CNB, éstas han avanzado. Pero su gestión lo supera.
El esquema institucional que se le dé a las Fiestas de Independencia, seguramente de carácter mixto, deberá privilegiar el interés público; los Principios de Política Pública festiva formulados colectivamente hace varios años, y los valores de lo público.